sonrío recordando aquellos días en los que me conducías a los palacetes, a los grandes hoteles a comer o a cenar y me abrías la puerta del coche, me mirabas embobado hacer cada uno de mis movimientos, cuando diseccionabas mis labios en contacto con la copa, cuando el sol se enredaba en mis cabellos largos por entonces... no puedo evitar sentir melancolía de mi caballero, de mi príncipe azul, siempre tan amable, tan apuesto, tan dispuesto, tan admirador como admirado... fueron horas de luz, en público... recorrimos la ciudad y sus horizontes... hoy todo eso es tan sólo una sombra que acontece en el más profundo anonimato...
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